“Capitalismo popular inmobiliario en España”, por Armando Fernández Steinko.

Carácter: Resumen

 Origen: “El Viejo Topo”, #232, mayo 2007

  Durante los años ochenta y noventa, el PSOE financió el Estado del bienestar con altos tipos de interés y alta cotización de la peseta, atrayendo dinero especulativo del resto del mundo. Con la quiebra del Sistema Monetario Europeo y la llegada del euro, el PP ya no puede usar ese procedimiento, y se pasa al capitalismo inmobiliario. Éste tiene un antecedente en el capitalismo feo del franquismo, basado en la baja cualificación, bajo valor añadido, turismo de poca calidad… En aquella época ya se fomentó la propiedad familiar de bienes inmuebles (1950, 50% de las familias poseen sus pisos; 1980, 73%; 2006, casi 90%). Esta propiedad de la vivienda familiar supone una distribución considerable de la riqueza del país. Esto explica cómo consiguió aguantarse dos décadas de desempleo elevado, y también por qué en ciertas estadísticas España tiene mejor distribución de la riqueza que Estados Unidos, Reino Unido o Italia. Con la desindustrialización, el sector de la construcción sube posiciones, gana influencia política y entra en los medios de comunicación. La adquisición de la vivienda propia es un intento familiar de obtener estabilidad económica en épocas (los ochenta) de fuerte inseguridad laboral. Esto supone un capitalismo popular de base inmobiliaria (al contrario que los basados en acciones como el de Thatcher). Con el tiempo la vivienda se va convirtiendo en un valor más de cambio que de uso: tres millones y medio de casas vacías, y un nivel de construcción de unidades que excede el incremento de población. También llega una fuerte inversión extranjera. Estos efectos también se dan en Portugal y Grecia. La capacidad de ahorro de clases medias y populares se desplaza de bienes de inversión o de otros soportes materiales a la vivienda, con la peculiaridad de que ésta no es un bien verdaderamente realizable, ya que las familias de esas clases viven en ellas. ¿Cómo funciona el capitalismo popular inmobiliario entonces?, de forma indirecta: al aumentar el valor del bien, esto permite hipotecarlo para adquirir otros bienes. También tiene un fuerte efecto cultural: la desvinculación entre trabajo y consumo: clases pobres y medias pueden consumir gracias al regalo de la especulación. A partir de la Ley del Suelo de 1997 (Partido Popular) todo el suelo se convierte en urbanizable, desarrollando así este esquema y multiplicando los beneficios de las empresas del sector. Los ayuntamientos recalifican para financiarse, y así además crean empleo, y sus políticos obtienen apoyo popular. La crisis bursátil de 2000 lleva aún más dinero al sector. Y el descontrol fiscal, la desregulación, atraen también a masas de dinero de origen mafioso desde Europa del Este. A España le va bien porque Europa está enferma. Los países más ricos y exportadores disminuyen sus salarios, contrayendo su demanda interna. Sus exportaciones se financian en España con el endeudamiento que permite la especulación inmobiliaria. Este esquema fortalece electoralmente al PP, de hecho, obtiene más votos en las provincias de más fuerte especulación. 

 

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